Muchas veces decimos aquí que una gran cantidad de personas suelen considerar a las mascotas que tienen como sus propios hijos, lo cual se entiende en algunos casos sólo cuando ellas pertenecen a una pareja y ambos integrantes han decidido romper, pero también están seguros de que quieren ser ellos quienes sigan compartiendo sus días con estos animales, lo cual puede resultar imposible en ocasiones.
La cuestión, es que cada vez es más común que los abogados que se encargan de las separaciones establezcan días de visita y cuotas alimentarias para las mascotas. Esto es básicamente lo mismo que sucede con los niños, aunque por supuesto que tiene sus condicionales, como que la mascota difícilmente pida ver a la persona con la que no vive por fuera de los horarios de visita establecidos.
En cualquier caso, al tratarse de una tendencia actual que cada vez afecta a más personas, los especialistas han determinado algunos indicativos que señalan donde debería quedarse el animal. Por ejemplo, si la pareja tuviera hijos, lo normal es que la mascota permanezca con los niños, estando en igualdad de condiciones este aspecto si los hijos se han dividido en la casa en la que vivirán.
De la misma forma, si la pareja no tiene hijos, lo que se suele recomendar a los integrantes de la ya disuelta pareja, es que pongan los intereses del animal por encima de los suyos, y analicen detenidamente quien podrá brindarle una mejor calidad de vida, sin que ello quiera decir que la otra persona no vaya a tener contacto con la mascota de allí en adelante.
Una de las claves para poder decidir, si intervinieran un tercero en estas disputas, quien se queda con la mascota, es verificar cuál de los dos integrantes de la pareja tiene más empatía generada hacia el animal, de forma que éste no sufra su alejamiento más que el que de la otra persona.