De las más de 800 razas de perros que hay en todo el mundo, el San Bernardo es una de las más conocidas. Tal vez se deba a que es un perro de asistencia y la leyenda de cómo cuida a exploradores en zonas nevadas conmueve a todo el mundo. O tal vez se deba, simplemente, a aquella película en la que Beethoveen hacía trastadas pero enamoraba a la familia y al público que la veía.
Y es que este perro, de carácter bonachón, es una raza muy inteligente y fácil de entrenar y se empieza cuando es un cachorro. Es un perro ideal para los niños, porque es muy leal y tiende a protegerlos, por lo que si te gustan los perros grandes, esta es tu opción sin ninguna duda.
Su historia es muy curiosa, ya que procede de los Alpes Suizos. Se cuenta que en el paso de montaña del monte San Bernhard, allá por el siglo XI, unos monjes fundaron un hospicio para viajeros. Allí criaron a una raza de perros grandes que ayudaban en la guardia y vigilancia de la montaña y pronto se usaron como escolta y animales de salvamento para los viajeros que se extraviaban en la nieve. De ahí la imagen del perro portando un barril de coñac o brandy para reanimar a los viajeros.
Sin embargo, se cuenta que esta creencia popular está equivocada, ya que en esa época nunca llevaron este tipo de complemento. Todo surgió por una pintura de Edwin Landseer, especialista en pinturas de animales. Su obra, Mastines alpinos reanimando un viajero, fue la primera en la que se vio esta imagen. Años después, John Emms, otro artista, volvió a representar esta estampa contribuyendo a la leyenda popular. Desde entonces sí que se ha puesto, por estética, el barrilito con la bandera suiza en el cuello de muchos de estos perros.
