En 1966 se celebró en Inglaterra la Copa Mundial de Fútbol. Ese torneo será recordado en todo el mundo, no por sus goles ni por los emocionantes partidos que se disputaron. Ni siquiera por el ganador, el equipo de fútbol de Inglaterra. Ese torneo será recordado por la hazaña de Pickles, un simple perro doméstico que logró encontrar el trofeo robado cuatro meses antes de la final.
Durante su exposición en Londres, unos ladrones robaron la Copa Julies Rimet, trofeo anterior a la actual Copa del mundo. Inmediatamente, la policía intentó recuperarla por todos los medios e incluso, tras una llamada del supuesto ladrón, detuvieron a un intermediario que había ido a recoger el rescate. Sin embargo, de la copa no había ni rastro. Hasta que Pickles, durante uno de sus paseos diarios, se distrajo con algo.
David Corbett, un vecino de Londres, vio que su perro se había puesto a escarbar en el suelo y que había cogido un paquete que estaba enterrado. Cuando lo abrió, descubrió asombrado que era el trofeo robado. Atónito, fue a la estación más cercana y lo devolvió, aunque eso le costó una detención, porque la policía pensaba que él había sido el ladrón.
La historia se propagó rápidamente y Pickles se convirtió en toda una estrella. Llegó a recibir un año de comida gratis de manos de una marca de alimentos para perros e incluso lo contrataron para una película: El espía de la nariz fría. Podría decirse que se convirtió en todo un héroe nacional.
Al final, el torneo se jugó e Inglaterra se proclamó vencedora. Los jugadores, como agradecimiento a este perro, pidieron que estuviera presente en el banquete de celebración que la Reina ofreció en el Palacio de Buckingham. Además, David Corbett recibió una recompensa de 3.000 libras y la invitación para asistir a la próxima Copa del Mundo. Pickles, sin embargo, no pudo llegar a verla: murió antes.
