Cuando pensamos en los hijos y animales con los que compartimos nuestras vidas, es prácticamente imposible que no se nos dibuje una sonrisa recordando algunos de los momentos felices junto a ellos, pero parece que para otros la cosa no va tan bien. En efecto, un estudio reciente ha destacado que las mascotas como causa de divorcio se están volviendo una tendencia al alza, considerada justamente entre una de las siete más importantes.
Mascotas como causa de divorcio: ¿por qué?
En este sentido, estos últimos informes internacionales han destacado que el hecho de que las mascotas ocupen un espacio cada vez más grande en la vida de las personas, algo que sucede en todo el planeta, lleva muchas veces a que se pierdan los momentos de intimidad en las parejas y que, como consecuencia directa de ello, dos personas que se quieren, o en algún momento lo hicieron, terminen dejándose.
Ángel Palomino, Director del Bufete de abogados Palomino Bueno, de Madrid, ha señalado en tal sentido que actualmente “se tiende a humanizar el animal, a pensar que nos entiende y que nos escucha, cuando en realidad no es así. En consecuencia, acaba invadiendo nuestro espacio vital, y luego cuesta mucho sacarlo. Esto interfiere en la vida sentimental. Hay que saber poner cada cosa en su sitio”.
Y luego del divorcio, ¿quién se lo queda?
Aunque es natural que las mascotas como causa de divorcio no sean soportadas o al menos queridas por uno de los integrantes de la pareja, está claro que existen algunos casos en los que no se puede establecer quién se queda con el animal. En muchas de estas situaciones, incluso los abogados tienen que determinar días de visitas como si de verdaderos hijos se tratara.
¿Cómo crees que debería actuarse en un caso de mascotas como causa de divorcio?