La presencia de mascotas en la casa es sinónimo de alegría y compañerismo prácticamente todo el tiempo. Sin embargo, más allá de las cosas y los cuidados palpables a simple vista, tenemos que saber que existen otros con los que hay que ser sumamente precavidos, y tener a consideración si no queremos pagar las consecuencias con el paso del tiempo.
Sucede que, más allá de influir en la salud de la familia en general desde el punto de vista psicológico, una mascota puede jugar un rol preponderante en relación con la contaminación de la cocina de la casa, y como acto posterior casi inevitable, de los alimentos que en ella se llevan a cabo. Por eso, cuando tenemos un perro o gato en casa, tenemos que asegurarnos que la higiene alimentaria sea la correcta.
Por ejemplo, si la mascota vive adentro de la casa en su propio recinto como los peces, pájaros o ratones, conviene que esas jaulas o espacios no los pongamos en la cocina, sino en el living o en cualquier otra parte de la casa -tampoco las habitaciones-. Si vamos a acariciar o manipular la mascota, antes de ir a la cocina debemos lavarnos las manos, en el lavabo del baño preferentemente, y con jabón.
Ahora bien, si la mascota anda libremente por la casa como los perros y gatos, es conveniente tomar ciertas precauciones más importantes. De cachorros tienen que saber que hacer sus necesidades en la cocina está mal, y si van a hacerlo dentro de la casa conviene que lo hagan en otra habitación. De la misma forma, tampoco es bueno que el animal coma su propio alimento junto a los seres humanos.
Por otro lado, recomendamos de la misma forma, no tocar nunca a la mascota ni sus objetos tales como juguetes o platos de comida mientras nosotros estamos comiendo. Claro, sabemos que sus horarios de comida son muchas veces los nuestros, y por eso o le das de comer antes de ponerte a cocinar, o esperas a terminar tu comida y recién entonces le alimentas.