Todo debería ir bien si se deja al gato en posición elevada con respecto al perro. No lo mantengas en los brazos, ya que podría arañarle. Es mejor depositarlo sobre un mueble bastante alto para que el perro no pueda alcanzarlo. Antes del encuentro, córtale las uñas al gato ya que muy a menudo el gato tiende a arañar el hocico del perro si este se acerca demasiado.
Ata al perro de la correa para poder controlar sus movimientos. El gato pasará largos períodos observando al perro desde su posición elevada y se acostumbrará a él progresivamente. Separa los platos, dado que cada cual tratará de comer en el del vecino. Si puedes, sepárelos en el momento de la comida, porque algunos perros se muestran agresivos para defender su comedero. No dejes que el perro acceda a la cama del gato (a los perros les gusta comer los excrementos de los gatos dado que son ricos en proteínas).