Se estima que, aproximadamente, un 40% de los gatos tienen signos clínicos de osteoartrosis, mientras que el 90% de los gatos mayores de 12 años muestran evidencias en las radiografías de padecer esta enfermedad. Suele ser habitual hablar de la artrosis de los perros, pero no así de los felinos. El motivo de esta situación es la dificultad en su identificación.
“El gato es un animal muy independiente, él decide cuándo y dónde moverse, esto hace más difícil interpretar si está padeciendo algún grado de dolor crónico”, explica Miquel Palet Sancho, Practice Manager de AniCura Lauro Hospital Veterinari. “La diferencia más notoria con los perros -añade- es que los gatos no salen a pasear con sus cuidadores. En cambio, los perros salen, corren e interaccionan con otros de su especie, por lo que es más fácil valorar si padecen alguna pérdida de movilidad”.
Cómo un cuidador puede identificar la artrosis en su gato
Esta enfermedad afecta a las articulaciones móviles, provocando diferentes grados de dolor y manifestaciones clínicas en función del animal que la padezca. En el caso de los gatos, se manifiesta con la pérdida de movilidad, a veces asociada de forma errónea a la edad avanzada del animal.
En caso de detectar esos signos, es preciso acudir a un veterinario especialista en traumatología, quien realizará una exploración e interpretación clínica cuidadosa, así como pruebas de imagen tales como radiografías y tomografías computarizadas.
Prevención y tratamiento de la artrosis
La prevención de la artrosis en gatos se asemeja mucho en las distintas especies. Ante todo, se debe tener en cuenta una buena selección genética que evite patologías primarias que puedan secundariamente favorecer los procesos degenerativos articulares artrósicos; una dieta adecuada con un control minucioso del peso; y ejercicio moderado y adecuado para la edad del paciente.
Asimismo, los controles veterinarios habituales pueden y deben ayudar a la detección precoz de esta enfermedad tan difícil de identificar por parte del cuidador, un hecho que supone que tan solo el 13% de los casos sea diagnosticado[2]. “Esto nos ayudará a empezar a tratarla de forma precoz y conseguir más fácilmente resultados satisfactorios a largo y corto plazo”, indica el Practice Manager de AniCura Lauro Hospital Veterinari.
En cuanto al tratamiento, este es multimodal, es decir, se adecúa a las necesidades de cada fase de la enfermedad con el objetivo de controlar el dolor crónico y recuperar la movilidad de una forma rápida y efectiva. Actualmente se encuentran disponibles los antiinflamatorios no esteroideos, los opiáceos, los antagonistas NMDA, los gabapentinoides, los cannabinoides y los recién incorporados anticuerpos monoclonales.
Asimismo, existen tratamientos que complementan esa medicación, tales como las dietas ricas en omega 3 y los condroprotectores (complementos alimenticios para prevenir y tratar las enfermedades articulares). “Además, siempre se debe tener en cuenta la posibilidad de realizar fisioterapia y rehabilitación, y también contemplar la cirugía en los casos donde el tratamiento médico y la rehabilitación no consigan los resultados óptimos esperados”, concluye.