Los animales no viven para siempre, cualquiera que haya tenido mascotas durante varios años lo sabrá. Sin embargo, también sabrá que es duro despedirse de ellas cuando no puede hacer otra cosa, y que el recuerdo de éstas permanece en su mente para siempre.
Hay veces en las que somos nosotros mismos quienes tenemos que tomar esta decisión de dejar a nuestras mascotas marchar, bien porque están enfermas o por otros motivos y en ocasiones es una decisión complicada pero necesaria. Normalmente un animal empieza a sufrir con la edad, aunque puede haber factores que hagan que eso sea algo secundario.
La hora de nuestras mascotas llega cunado los notamos que apenas si se mueven, que ya no juegan como antes y que tienen dificultades de movilidad, de visión, o incluso de respiración. En esas ocasiones en las que ellos mismos se notan mal se suelen alejar de los dueños para impedir que éstos los vean. Es como si sufrieran en silencio y no quisieran dejar que nos preocupáramos por ellos.
Por ende, se sabrá que ha llegado su hora: por la edad o enfermedad, por escasa o nula movilidad, cambio en el comportamiento, alejamiento del dueño, etc.
