Un perro que no sabe estar ante el veterinario presenta un problema de comportamiento tan importante que finalmente termina volviéndose contra el propio perro, afectando a su salud. Pero cómo llega un perro hasta esa situación. Generalmente y de fondo suele haber un problema de fiabilidad de temperamento, existiendo anomalías por exceso o defecto, pero en muchísimas ocasiones suele «marcarse» una mala experiencia en las primeras visitas al veterinario.
Pensemos por un momento en clave canina: con dos «mesecines» de vida, llega a una clínica fría, desconocida y de olores intensos, le suben a una mesa, el dueño le agarra y lo bloquea fuertemente, le ponen un termómetro y le pinchan una inyección. A esta escena viene a sumarse una segunda o incluso una tercera muy parecida. Resultado: el perro ve la bata blanca del veterinario y o tiembla o se mea o gruñe, ¡Cómo no! Qué esperaban.