Europa los acoge
Gran parte de las adopciones de los galgos españoles vienen de otros países, como Alemania o Francia, donde aprecian mucho a unos perros que son muy especiales como animales de compañía porque son cariñosos, tranquilos y se llevan muy bien con los niños. Y así, mientras los demás valoran y adoptan nuestros galgos, en España nos pueden los prejuicios de que se trata de animales muy nerviosos, que necesitan mucho ejercicio y practicar la caza para ser felices. Pues nada más alejado de la realidad.
Tampoco ayuda mucho a estos pacíficos canes su imagen, muy peculiar por su extrema delgadez, que no gusta a todo el mundo. Lo que síes cierto es que quiénes han apostado por tenerlo en sus casas, hablan maravillas de ellos.
Malsana inercia
Una vez más, parece ser que lo que ocurre con estas situaciones de maltrato hacia los animales que forman parte de una actividad, en este caso cinegética, es la inercia con lo ya establecido, la permisividad, la falta de mano dura para aplicar no sólo leyes que protejan, sino también prohibiciones que acaben de raíz con estas situaciones ilegales y sangrantes. Y, por supuesto, educar la sensibilidad hacia el respeto de la vida de cualquier ser, aunque no sea de nuestra especie. Para ello, la labor educativa con los niños desde casa y en los colegios es fundamental. De . esta manera, se lograrán ciudadanos que no transijan con ningún tipo de violencia y de maltrato y los futuros hacedores de leyes no dejarán hueco para este tipo de vergüenzas nacionales e internacionales.