La sociabilidad del gato hacia los hombres tiene su origen en el antecesor del gato doméstico, el ya mencionado gato salvaje africano. Este felino, a diferencia de otras especies de gatos salvajes, evidenció desde su primer contacto con colonias humanas una inclinación para permanecer cerca de las mismas sin reaccionar frente a la presencia del hombre. Esta característica seguramente brindó a estos gatos beneficios acerca de la explotación de las mayores concentraciones de roedores que habitaban alrededor de las granjas. A su vez la proximidad del hombre seguramente provocó una menor densidad de predadores lo que probablemente aumentó las posibilidades de éxito en la procreación y en la supervivencia de los individuos.
Esta es la causa más probable para la explicación de porqué los gatos domésticos correctamente socializados con los seres humanos no sólo no huyen de los mismos sino que además buscan su compañía. El gato doméstico se habitúa fácil y rápidamente a la presencia humana, aunque conserva un amplio margen de autonomía que le permite establecer sus propias normas de convivencia. Tal es así que usualmente es el gato quien decide la oportunidad del acercamiento, siendo él quien elige buscar o aceptar las caricias, jugar o permanecer a cierta distancia de los miembros de la familia humana. Sin embargo, vale la pena aclarar que con los procesos selectivos que producen la aparición en escena de diferentes razas de gatos el comportamiento social y sociable de los miembros de esta especie está sufriendo algunos cambios que generalmente llevan a aumentar su dependencia con el hombre. No obstante, dichos cambios no son suficientes, al menos hasta la actualidad, como para alterar la naturaleza o la intensidad de la mayoría de las respuestas comportamentales de los gatos.